sábado, 26 de octubre de 2013

Historia Histórica

No hay nadie por la calle. Empiezo a caminar rápido porque el aire huele a lluvia y quiero encontrar a papá y mamá antes de mojarme toda mi ropa y ponerme malo. No debería haberme parado en la juguetería a comprar el soldado que vi.
Comienza a llover y todo se hace más oscuro. Meto mi soldado bajo mi chaleco y corro para buscar refugio. Encuentro una casa, tan blanca, que parece hecha de hueso. Es un poco espeluznante, pero no quiero enfrentarme a mi madre si me ve con la ropa mojada, así que corro hacia el porche que hay en ella.
Subiendo las escaleras de la entrada a la casa noto que no tengo mi soldado. Retrocedo para ir a por él y veo que está en manos de una niña. Aunque llueve un montón, más que antes, ella no parece darse cuenta. La lluvia la traspasa como si fuera aire, como si no estuviera ahí. Pero yo se que está porque la veo. “… Carla juega con su muñeca en el porche y de repente ve acercarse a ella hombres con traje de color caqui y sombrero negro. Cuando llegan, percibe en ellos el olor a pólvora…”
Un rayo aparece muy cerca de nosotros y la luz atraviesa su cuerpo, como si no estuviese. Pero yo se que está porque sostiene mi soldado en sus manos.
Se empieza a acercar a mí… y no veo que use sus piernas para desplazarse. No necesita pisar el suelo para moverse. Poco a poco se me mete en la nariz un olor muy penetrante. El mismo olor que trae mi papá a veces, cuando llega del trabajo, y el mismo que salió de una pistola que me dejó disparar un día en el jardín de casa.
Llega hasta donde estoy yo y me devuelve mi soldado. Sus manos son muy blancas, tanto como la casa. Su cara también es muy blanca y tiene el pelo lleno de rizos. Lo que más me sorprende es su cara de tristeza y… enfado… la misma que pongo yo cuando me quitan mi bocadillo los niños mayores. Un nuevo rayo cae, muy cerquita de la casa esta vez, y su luz traspasa de nuevo el cuerpo de la niña. “…Un rayo cercano ilumina toda la casa con luz blanca. Carla es arrastrada por los hombres hasta el sótano de la casa…”
El rayo me hace ver que cada vez llueve más. Menos mal que estoy bajo techo porque si no me mojaría y mamá se enfadaría conmigo. De repente, de la nada, un vientito suave y cálido arrastra unos susurros que luego se convierten en palabras… “Te pareces a él”, parece decir. Sacudo la cabeza mientras pienso que me imaginado esa frase.
Cuando voy a darle las gracias a la niña por devolverme mi soldado veo que ya no está delante de mí. La busco, pero no la veo, y al girarme veo la puerta de la casa abierta.
Papá a mamá siempre me han dicho que no debo entrar en casa ajenas. Pero también me han dicho que debo ser agradecido con la gente. Yo creo que ahora es más importante dar las gracias y luego pedir perdón por colarse en la casa. “…El sótano hace las veces de alacena y tiene un pozo del que sacar agua. En realidad el agua es el único sustento que tienen, pues nadie tiene casi nada de comida. No después de la Guerra…”
Me guardo mi soldado bajo mi chaleco de nuevo. Entro, y desde el recibidor me llega el mismo olor que el que hay en la buhardilla de mi casa, que casi siempre está cerrada porque el suelo es frágil. Investigo y veo una puerta abierta que parece dar a un sótano. Cada vez hay más rayos y los truenos me dejan un poco sordo. Pero creo que me ha parecido oír mi nombre, fuera de la casa, como si me llamaran… “… Los hombre disponen a Carla y a su familia contra la pared. Sacan sus pistolas y los miran a todos con ojos de lobo…”
Bajo las escaleras y llego al sótano. Es muy húmedo y huele mucho a la peste que salió de la pistola cuando disparé. Miro a todos lados y veo a la niña al lado de un pozo. Un trueno vuelve a retumbarme en las orejas y vuelvo a oír la misma voz que me llama y unas pisadas en el piso de arriba de la casa. “…Uno de los hombres aparta al resto y dice -Dejadme estos rojos a mí-…”
Me acerco a la niñas y le digo –Gracias-, a lo que ella responde con una mano en mi hombro. Ese olor de la pistola se hace más fuerte y parece permanente en mi nariz. Miro su mano blanca, transparente que poco a poco presiona mi hombro hacia atrás y me hace caer al pozo del sótano. Un rayo muy fuerte y un trueno ruidoso iluminan y hacen retumbar la casa mientras oigo que alguien grita mi nombre. “… “…Arrojan los cuerpos uno a uno al pozo. El último es el de Carla, que puede ver como lo tiran…”
<<Veo mi cuerpo caer desde el borde del pozo, y mi soldado en el último de los escalones del sótano. Mi papá, al que se le ha caído su sombrero negro y lleva el uniforme caqui completamente mojado, baja las escaleras gritando mi nombre. Tropieza con mi soldado y cae con toda la cara en el suelo. La niña me toma la mano y me dice –De nada-.>>
<<Se arrastra hasta al pozo y extiende el brazo en él, como si así pudiera hacer regresar mi cuerpo del profundo hoyo. Es la primera vez que lo veo llorar pero parece que gracias a eso ha dejado de llover. Ahora es el que tiene la cara de tristeza y enfado, como la que pongo yo cuando me quitan mi bocadillo los niños mayores. >>


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